Corría el año 2002 y Nokia presentaba su espectacular modelo 8910, un móvil dentro de la Serie 8 de Nokia (la serie de alta gama), y que se diferenciaba tanto por sus pequeñas dimensiones, como por su carcasa construída íntegramente en titanio, así como por su mecanismo de apertura (con una cubierta exterior deslizante mediante la pulsación de un botón lateral).
Su pantalla era pequeña (84x84) de escala de grises, y su peso eran de unos "considerables" (para el día de hoy) 110 gramos.
Se podía encontrar en dos colores: un gris que la casa finesa denominaba "natural titanium", y un negro.
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